Estudiantes de Nueva Orleans muestran su creatividad con el iPad y la Mac

En el Ninth Ward de Nueva Orleans, el Ellis Marsalis Center for Music cambia el ritmo de las tardes cuando sus estudiantes, de ocho a dieciocho años, cruzan la puerta azul con instrumentos y curiosidad. Desde 2019, de la mano de Apple, el centro sumó programación e ingeniería de sonido a su sólida formación musical: en el laboratorio, Swift Playgrounds y Macs enseñan a crear; en el estudio, GarageBand y Logic Pro convierten ideas en canciones. El piano sigue siendo la base para aprender a escuchar; esa misma escucha se traslada al código y a la mezcla. Jacob, multiinstrumentista, captura una melodía en el iPhone y la transforma en tema propio; Donte descubre que Swift puede convivir con su trompeta y abrirle futuros que no imaginaba. El Dr. Dickerson lo resume con pragmatismo: en una ciudad de escenarios y festivales, saber grabar, editar y sonorizar es oficio y oportunidad.

La apuesta de Apple en Nueva Orleans no se queda en un edificio. Mientras los músicos del EMCM programan y producen, estudiantes de Delgado Community College montan un pódcast sobre íconos culturales locales, y jóvenes de Arts New Orleans diseñan en iPad —con Apple Pencil y Procreate— un mural que verán miles de personas camino al Superdome. Ese mural, de 613 metros cuadrados, crece a partir de un jardín simbólico que habla de reinserción y esperanza: lo crean participantes del Young Artist Movement, un programa que forma a artistas de 14 a 22 años y, a la vez, sirve como alternativa al enjuiciamiento para jóvenes con faltas no violentas. La tecnología aquí no es un adorno; es la mesa de trabajo donde nacen los bocetos digitales que luego se imprimen, se pintan y terminan instalados sobre la autopista. Algunos chicos llegan sin haber dibujado nunca y salen preguntando cuándo empieza el próximo mural. Ese cambio de ánimo, de la timidez a la pertenencia, también es impacto.

En todas estas historias hay un hilo común: la creatividad amplificada por herramientas que caben en un morral. Un iPad se vuelve cuaderno, estudio, caballete y puente; una Mac abre la puerta a un lenguaje nuevo; una clase de piano entrena el oído que luego distinguirá frecuencias en una mezcla o matices en una interfaz. Y, de fondo, una ciudad que no reduce su cultura a los bares del Barrio Francés, sino que la extiende a un centro comunitario en el Ninth Ward, a un estudio en un colegio técnico, a una pared enorme que ahora cuenta otras historias.

Desde nuestra mirada PcMác, esto es una hoja de ruta aplicable a Colombia: alianzas entre conservatorios, casas de cultura y colegios para integrar música y código; laboratorios móviles con iPad y Mac que viajen a donde no llega el equipo; currículos que mezclen creación artística, Swift y producción de audio para que los estudiantes se gradúen con portafolio, no solo con diploma. Si quieres, armamos contigo un piloto de ocho semanas —dotación, formación docente, contenidos y soporte certificado— para que tu comunidad también cambie de ritmo a las tres de la tarde. Porque cuando la puerta se abre y los chicos entran, la tecnología deja de ser promesa y se convierte en música que suena. 

¡No olvides compartir este artículo!

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en linkedin

Lo que dicen de nosotros.